London
Cronología de una escapada de fin de semana
Nunca antes había estado en Inglaterra, y menos aún en Londres. Una ciudad llena de constrastes donde los grandes rascacielos del siglo XXI confluyen y se sintetizan en perfecta armonía, con los grandes palacios y edificios de piedra y ladrillo de épocas pasadas. Confluyendo en un mismo sentido, una misma dirección, la de ofrecer al residente y al visitante, un clima de mezclas de estilos, ya sean en arquitectura, culturas y estilos.
Para ser mi primera vez en esta ciudad, la impresión ha sido bastante grata. El típico verano inglés se puso de nuestra parte, ya que anhelaba poder vivir esta ciudad con ese clima. Para Laura y para mí, nada nos iba a impedir salir a patearnos la ciudad, recorrer cada esquina y rincón de Londres. A ratos llovía, a ratos no. Tuvimos la suerte de tener descansos para poder sentir ligeramente el calor del sol, ese que olvidamos por unos días.
Comenzamos nuestro recorrido apenas dejamos nuestras cosas en el hostal, volvimos a tomar un típico autobús londinense, rojo y de dos plantas, para volver al centro de la ciudad y empezar nuestro recorrido. Caminamos hasta el Soho, no sin antes pasar Picadilly Circus y caminar por Regent Street hasta inmersarnos en Chinatown. Londres de noche y bajo la lluvia se siente como una canción de Taylor Swift: nóstalgica pero electrizante.
Al día siguiente, nuestro primer día oficial en Londres, pusimos rumbo a un lugar que para nosotros se ha convertido en un lugar de perenigración: The Pooh Corner.
Situado en el pueblo de Hartfield, “The Pooh Corner” es la meca de los amantes de Winnie The Pooh, y en realidad, nuestro objetivo del viaje principalmente. El pueblo se encuentra a unas dos horas aproximadas de Londres, saliendo desde la estación de Victoria y haciendo escala obligatoria en un pueblo que se llama Tumbridge Wells, un pueblo encantador si tenéis tiempo de pistarlo, llegamos por fin a nuestro destino.
The Pooh corner se encuentra casi al final de una calle de doble sentido, la segunda arteria principal del pueblo. Un lugar fácilmente reconocible ya que desde el escaparate podrás apreciar a los distinto personajes de Winnie The Pooh. Al disponer de cafetería, aprovechamos la ocasión para almorzar allí. sinceramente, para el lugar que es, el precio de las cosas me parecía elevado. Y aunque durante nuestro almuerzo, el verano inglés hizo de las suyas, eso no nos hizo parar en nuestra aventura. El museo, por llamarlo de alguna manera, deja mucho que desear al no encontrarse distribuido, si no que eran unas dos salas que se conectaban unas con otras. Basta decir que incluso la sección de tienda de regalos era mucho más grande que la primera sala de exposición.
Volvimos a Londres después de esta experiencia para descansar un poco. Hoy era día de visitar la ciudad y perdernos como turistas. Visitamos la zona de Camden, un lugar lleno de tiendas de todo tipo de objetos y decoradas de manera más extravagante que la anterior. Nos metimos en la famosa tienda de CyberDog, un lugar cuanto menos curioso, y vimos la estatua dedicada a la cantante Amy Winehouse. Volvimos a la zona de Westminster y caminamos hasta el palacio de Buckingham. aprovechamos para ver la puesta de sol en el río Támesis y cogimos una especie de barco que era un autobús para llegar hasta el puente de Millennium Bridge, al cual le hacía ilusión cruzar a Laura. Caminamos por la City mientras de vez en cuando iba cantando “i´m looking for a man in financié, trust fund…” ya que de poder cantar esto, tenía que hacerlo aquí. Es en la City cuando puedo observar el contraste de edificios de comienzos de siglo con construcciones de épocas pasadas, todas ellas conviviendo en perfecta armonía. Un contraste gratamente satisfactorio para la vista. sin mucho tiempo para más, y cruzando el London Bridge mientras dejábamos atrás nuestra aventura, nos fuimos a dar por finalizado nuestro día.
Quizás la mañana del día siguiente fue la que más ilusión me hizo. siguiendo el plan que había establecido Laura, fuimos a una zona que tenía ganas de conocer: Nothing Hill. Un barrio lleno de casas de ensueño, cada una diferenciada de un color. Recorrimos Portobello Market, un lugar que hace las delicias de los amantes de las antigüedades o de las cosas de segunda mano. en mi caso, además de comprar diversos souvenirs, puede hacerme con un ejemplar de todos los cuentos de Beatrix Potter con ilustraciones.
Finalizamos nuestra aventura en Londres visitando los jardines de palacio de kensington, en concreto, queríamos ver la estatua que hace homenaje de Diana Spencer, más conocida como Lady Di. Pusimos rumbo a la estación de paddington, donde no solo teníamos que coger nuestro tren para ir al aeropuerto, si no que además…¡necesitaba hacerme una foto con paddington! Después de este momento, ya pude volver a España en paz.
By Ángel F. Humphrey